Debido
al largo período de importación de cerámica y asimilación de
materiales, formas, técnicas constructivas, producción, y
decoración desde los inicios la Colonia hasta la actualidad, y
desconocimiento sobre la historia de la cerámica tradicional en El
Salvador, el problema objeto de investigación fue definido así: ¿En
qué medida se presenta actualmente la influencia prehispánica y
colonial en la cerámica tradicional salvadoreña?
Los
datos obtenidos permiten establecer dos vertientes tradicionales de
cerámica artesanal salvadoreña: una de origen prehispánico o
mesoamericano y otra colonial o europea. Las técnicas utilizadas en
la elaboración de productos cerámicos corresponden con una u otra
tradición según los antecedentes histórico-culturales entre
Mesoamérica y Europa.
Sin
embargo, este vestigio se encuentra en peligro de desaparecer debido
a las exigencias económicas de la vida actual, y factores sociales y
culturales, verificando la hipótesis siguiente: “La
influencia de los procesos cerámicos de elaboración, formas, usos,
técnicas, y decoración de origen prehispánico y colonial disminuye
en la actual producción de cerámica salvadoreña”.
Las
técnicas constructivas, decorativas y morfología provenientes de
las tradiciones prehispánica y colonial desaparecen remplazándolas
por otras, ejemplo: la construcción de piezas cerámicas con moldes
de yeso; decoración a base de pinturas acrílicas o de carácter
industrial; las formas se sustituyen según las tendencias modernas.
Se considera que la naturaleza tradicional dela cerámica, podría
alcanzar el abandono dentro de tres generaciones en los lugares con
auge en la producción cerámica.
El
problema se ha planteado de esta manera, ya que la cerámica
tradicional o popular actual tiene valor cultural, culinario,
religioso, social y económico; lastimosamente sus orígenes y
evolución son ignorados, favoreciendo la depreciación y sustitución
del objeto de barro como elemento cultural, lo que suscita ―a
su
vez―,
la desaparición de talleres donde son elaboradas piezas cerámicas
tradicionales, pues su manufactura no genera ingresos económicos
suficientes.
Durante
la investigación se observó la población objeto de estudio,
constituida por artesanos que elaboran cerámica en el territorio
salvadoreño, en talleres artesanales donde se producen utensilios
culinarios o decorativos fabricados en barro. Además, atendiendo que
el proceso de fabricación se haya transmitido de generación en
generación; la preparación de la materia prima se llevara a cabo
con arcillas locales, las cuales se mezclan con desgrasantes como
arena, tierra blanca o “cascajo”; que el proceso de elaboración
fuese rudimentario; la producción dependa del clima, el secado de
las piezas crudas y su respectiva cocción; la principal forma de
cocción es haciendo uso de leña y que la decoración o el acabado
de la superficie sean variadas, empleando técnicas como engobes,
vidriado, y pigmentos naturales como el nacazcol, nance, etc.
Para
conocer el universo de sitios y artesanos que elaboran cerámica en
el territorio nacional se visitó, en primera instancia, el Consejo
Nacional para la Cultura y el Arte
(CONCULTURA)
ahora Secretaría de Cultura de El Salvador, la Corporación
Salvadoreña
de Turismo (CORSATUR), Dirección General de Estadística y Censos
DIGESTYC,
la Comisión Nacional para la Micro y Pequeña Empresa (CONAMYPE) y
la Cámara Salvadoreña de Artesanos (CASART) y la Biblioteca del
Ministerio de Economía; sin embargo no se logró obtener resultados
del todo favorables.
Fue
así como se conoció talleres en Quezaltepeque, departamento de La
Libertad, Monte San Juan en Cuzcatlán, y Guatajiagua en Morazán,
permitiendo verificar su existencia y recopilación de información
preliminar sobre talleres artesanales en el país.
Lo
que constituye territorio de la República de El Salvador, fue parte
del corredor
Mesoamericano,
donde se produjo estilos cerámicos de importancia tales como: Batik
Usuluteco
o Usulután, Copador, Marihua, Polícromo Banderas, entre otros. La
cerámica fue uno de los elementos de intercambio principales en el
comercio; se encuentran muestras de diferentes estilos en sitios
distantes de los centros de producción, lo que vuelve difícil el
establecimiento de éstos. Así, estilos particulares se encuentran
en diferentes regiones de Mesoamérica, con su sello característico
de modelado a mano o la utilización de moldes de barro para la
construcción de piezas, que luego eran engobadas y quemadas en
hornos de leña abiertos, al menos en la mayoría de los casos; las
piezas fabricadas en aquellas épocas alcanzan la actualidad como
vestigio del origen de las sociedades actuales.
Las
sociedades mesoamericanas diversificaron la explotación de los
recursos naturales, lo que a su vez significó ampliación de
conocimientos y tecnología para la obtención de insumos,
propiciando la migración hacia lugares favorables para la actividad
comercial.
En
la agricultura, se caracterizaron por la producción de distintos
cultivos: ―el
chile, el fríjol, la calabaza y el maíz. Además, los grupos
humanos desarrollan la explotación de otros recursos que exigen la
creación de otro tipo de tecnología como trampas, redes, utensilios
de madera y hueso, así como canastas y una micro tecnología en
piedra trabajada a golpes. Aquí se forman las primeras aldeas
rurales y pescadoras que se situaron por las costas, los valles
intermontanos, los lagos, etc., hasta alcanzar otros sitios
favorables. En este momento hay un gran movimiento de grupos humanos
hacia la costa del pacífico de El Salvador, Guatemala, al Soconusco
y tierras bajas del Petén Guatemalteco y Campechano.‖7
Además,
hacia la península de Yucatán, Chiapas y tierras altas de
Guatemala, también Oaxaca y la costa del golfo de México. Las
ocupaciones de estos grupos humanos tuvieron una tradición cultural
común difundida, y que con el tiempo se fue diversificando por las
adaptaciones ambientales locales y regionales.
Las
tareas se dividieron a su vez por género, encargándose los hombres
de la caza, pesca y tareas del campo, mientras las mujeres se ocupan
de tareas domésticas como procesar los alimentos, pieles, textiles,
fibras, etc. La división del trabajo y el desarrollo de las
industrias generó nuevas necesidades, entre ellas la de almacenar
productos y excedentes; se añadió a la cestería, la
cerámica,—llega
a convertirse en algo que es indispensable para la transformación de
los alimentos o para guardarlos en las épocas duras o en tiempos en
que no se pueden encontrar.—8
Esta
necesidad de almacenar y cocinar alimentos ocasiona una búsqueda
constante de técnicas y formas que se adaptaran a cada uso,
doméstico o ritual de manera que se mejoraba su función.
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