Fowler
ha escrito que la amplia distribución de Gualpopa y Copador (término
compuesto a partir de los nombres Copán y El Salvador) desde el
occidente salvadoreño hasta la región suroccidental de Honduras, es
un indicador de que existió una red comercial entre estas zonas
durante el Clásico. Beaudry incluye en esta área de intercambio la
zona del Motagua Medio en Guatemala —ambos
autores citados por Genovez—.42
Copador
y Gualpopa se distinguen por la presencia de seudoglifos, figuras
humanas llamadas ―nadadores‖ y otros motivos en rojo y negro
sobre crema o beige como decoración; el rojo en el primero, sin
embargo, está hecho a base de hematita especular.
El
intercambio que sugiere la distribución territorial de ambos tipos,
representa contactos estrechos entre los grupos de élite del centro
y occidente de El Salvador y los de Copán.
En
el oriente tuvieron amplia distribución las vajillas Salúa (término
compuesto a partir de los nombres El Salvador y Ulúa), quizá
originalmente fabricadas en Honduras e importadas desde allá, pero
que serían copiadas para fabricación local.
Sus
diseños muestran figuras humanas o fantásticas con ricos atavíos y
llamativa vestimenta, combinados con bandas de volutas, grecas y
petates o esteras; todos ellos con gran policromía. Esta cerámica
aparece con cierta frecuencia en el occidente del país, muchas veces
junto a Copador; pero esta última es rara en la zona oriental.
Además
de la gran cantidad de vajillas cerámicas burdas utilitarias y finas
de servicio o para comercio, durante el Clásico se produjeron
numerosos incensarios y braseros con espigas y púas, así como
figurillas (sobre todo femeninas) modeladas y moldeadas de las fases
Payu, Lepa y Tamasha, correspondientes al Clásico Tardío
(650/700-900/1000 d. C.). Se reportan otros artefactos como
instrumentos de viento y percusión (pitos simples, pito-flautas,
flautas, ocarinas y tambores), orejeras, sellos, malacates (pesos de
huso para torcer fibra de algodón y producir hilo para textiles),
tiestos trabajados, moldes para producir figurillas, pesos para
atarraya y cuentas ornamentales.La
cerámica Plomiza Tohil y Policroma Nicoya han sido asociadas a la
expansión Pipil en el territorio salvadoreño. Estas vajillas fueron
comercializadas a través de Mesoamérica y se han encontrado en el
centro de México, importadas desde Centroamérica.En
una vía contraria fue traída hasta aquí Anaranjado Fino. El Museo
Nacional de Antropología ―Dr. David J. Guzmán‖ en San Salvador
posee varios ejemplares de dichos estilos. La cerámica plomiza
parece haber sido fabricada en algún lugar del occidente deGuatemala
y comercializada desde ahí a toda Mesoamérica; la Nicoya fue creada
en alguna zona entre Nicaragua y Costa Rica, y luego distribuida
hacia el norte, donde fue ampliamente copiada.
1.4.3.
Período Posclásico.
Hay
un inventario considerable de artefactos cerámicos fabricados
localmente o importados durante el Postclásico (900/1,000 a 1524
después de Cristo) en El Salvador; aunque no todos pueden
adjudicarse a los Pipiles, la mayoría son asociados a este grupo. Se
tienen efigies de ―Xipe Totec‖, una divinidad Nahua, cuyo nombre
significa ―Nuestro Señor el Desollado‖; incensarios ―Las
Lajas‖ (de gran altura y decorado con picos o espinas cónicas);
figurillas ―Mazapan‖, que son efigies moldeadas y muy similares a
otras encontradas en México Central; vasijas y efigies ―Tlaloc‖,
el dios de la lluvia de las culturas del valle central mexicano;
efigies jaguar, de tamaño cercano al natural; así como la vajilla
Marihua Rojo sobre beige, la cual exhibe diseños con aparente origen
en el centro de México.
Entre
otros objetos de la industria cerámica asignada al Postclásico
pueden ser mencionados: cierto tipo de figurillas con ruedas, efigies
de calaveras trepanadas, sapos
―suplicantes‖,
incensarios de estilo Mixteca-Puebla, pipas y cerámica micácea (con
mineral de mica en la pasta) en varias formas, cántaros de cuello
corto y superficie bruñida (fuerte alisamiento), comales planos y
vasijas policromas con engobe crema, conocida esta vajilla como
Chinautla, importada desde las tierras altas Centrales de Guatemala.
1.5.
TÉCNICAS Y PROCESOS DE ELABORACIÓN DE CERÁMICA
PREHISPÁNICA
MESOAMERICANA.
1.5.1.
Materia Prima.
La
elaboración de la cerámica exige un proceso previo de selección de
la arcilla, lavado de impurezas, adición de un material
desengrasante o antiplástico para determinar su modelado, tal como
paja, arena, concha o cerámica molida y otros. No todos los pueblos
utilizaron los mismos tipos de arcillas ni las mismas clases de
desgrasantes.
Probablemente,
en la mayoría de los casos, se trabajó con arcillas locales
extraídas de yacimientos cercanos, las cuales se mezclaban con
desgrasantes. A esta mezcla se le agregaba material orgánico para
que desapareciera en la quema y así obtener una pieza de menor peso,
que facilitara el transporte.
1.5.2.
Procesos de Construcción.
En
cuanto a construcción, la técnica del modelado (darle forma y
detalles con el movimiento de los dedos) habría sido, sin duda, la
más generalizada en tiempos prehispánicos, pues los moldes para
elaborar vasijas se utilizaron limitadamente y el torno de alfarería
como lo conocemos ahora no se usó sino hasta con la llegada de los
españoles a estas tierras.
La
técnica para la confección de la cerámica variará, así, desde la
utilización de una pella de barro que se ahonda, ahueca y conforma
con la mano, utilizada para cerámicas toscas y no de muy gran
tamaño, hasta la del adujado, o enrollamiento de cilindros de
arcilla que se colocan sobre una base y se van superponiendo y
alisando con los dedos.
Posteriormente,
las superficies se alisan y allanan con la mano, con una piedra fina
incluso con un pedazo de cuero. En épocas tardías y en culturas
complejas se generalizará el uso del molde, vaciándose las piezas
en dos mitades que luego se acoplan, borrándose esmeradamente la
línea de unión.
En
general, las piezas o vasijas fueron construidas a base de distintas
técnicas, como rollo, pellizco, horma (plantilla para formas
básicas) y en algunos casos hasta molde de barro cocido (para
obtener piezas con mayores detalles) para optimizar la producción.
Entre
las técnicas y procesos de elaboración, las más desarrolladas y
difundidas fueron: rollo y pellizco.
1.5.3.
Producción.
La
técnica para la realización de todos estos elementos varía entre
el modelado a mano y la utilización del molde o la combinación de
ambas, dependiendo en cada caso de la época de su realización o de
la cultura donde se producen.
En
las sociedades más desarrolladas se constituyeron talleres
artesanales; los artesanos conformaron una de las capas sociales con
cierto nivel de importancia. Se llegó a producir grandes volúmenes
de piezas cerámicas que eran exportadas para cubrir la demanda. Para
agilizar la producción utilizaron moldes de barro cocido, lo que
significó otro avance tecnológico.
1.5.4.
Formas.
El
hecho de que la cerámica sea uno de los elementos más constantes
entre las culturas indígenas americanas y de que de cerámica se
manufacturasen gran cantidad de objetos diversos, hace que la
cerámica participe de múltiples funciones, ya sean de índole
doméstica,
funeraria o ceremonial, al margen de que también pueda ser
considerada ocasionalmente como obra de arte.
Entre
las culturas menos complejas, la cerámica, de formas simples, se
utiliza sobre todo para cubrir las necesidades de la vida cotidiana.
Se encuentran a así numerosas formas de vasijas que reciben
múltiples nombres, muchos de ellos referidos a su uso concreto,
tales como cuencos, platos, platones, fuentes, vasos, tazas,
botellas, alcarrazas, entre las cuales se cuentan algunas muy
especializadas que proporcionan valiosas indicaciones sobre la
existencia de determinadas costumbres y pautas de alimentación. Por
ejemplo en muchas regiones de México se encuentran los molcajetes, a
manera de cuencos con pequeñas patas y fondo levantado por medio de
incisiones que se sabe se utilizaban para moler chile y otros
condimentos semejantes. Grandes platones con esquirlas de sílex
incrustadas hacían la función de ralladores. Presencia de budares,
o grandes discos de cerámica con el borde levantado que se utilizan
para cocer las tortas de harina de mandioca. Se usaron muchos
recipientes de gran tamaño para almacenar alimentos: su presencia se
asocia a la existencia de maíz. Son grandes vasijas de gruesas
paredes y factura no muy delicada que solían enterrarse en el suelo
a modo de silos.
Se
hacen así de cerámica objetos relacionados con la obtención de
alimentos o con diferentes tipos de manufacturas, como las pesas de
red o los volantes de huso también llamados malacates en México y
torteros en Suramérica; sellos o pintaderas, de forma cilíndrica,
utilizados para el estampado de cerámica, de tejidos, e incluso de
la piel humana; objetos ornamentales, como chaquiras, cuentas de
collar y orejeras; instrumentos musicales, algunos simples silbatos
ornitomorfos empleados como reclamos de caza, y también verdaderas
flautas y ocarinas antropomorfas; símbolos de prestigio, como apoya
nucas y banquetas y, sobre todo, objetos que tienen que ver con
creencias y culto, como las ya mencionadas figurillas de carácter
antropo o zoomorfo o incluso fantástico, y máscaras de gran
variedad de formas y tamaños.
Y
en ocasiones se usó también la cerámica como recipiente para
cadáveres. Son las urnas funerarias, vasijas de formas variadas,
pero siempre de amplia boca y cuerpo panzudo, de dimensiones
variables, pero por encima de un tamaño mediano.
Pero
la función fúnebre de la cerámica no se limita a la de recipiente
de los restos. Sobre todo en culturas complejas, como en las
denominadas jefaturas, donde los aspectos de culto a los antepasados
son de primordial importancia, el fasto de los enterramientos
adquiere enormes proporciones y en él la cerámica juega un papel de
primordial importancia. Puede tratarse de recipientes para contener
tanto alimentos como ofrendas varias, o bien representar, ya sea en
forma de cerámica pintada, modelada o figurillas, escenas de todo
tipo cuyo propósito es rodear al difunto de todo lo que le era
familiar en vida, pero en cualquier caso realizados de manera
espléndida y espectacular.
También
en culturas complejas, donde otros aspectos ceremoniales y rituales
son así mismo de enorme importancia, la cerámica, por obra y gracia
de la mano de artistas especializados, se convierte, además, en
imprescindible para cubrir partes importantes de dichos rituales. Se
encuentran así, por ejemplo, un amplia variedad estilística de
quemadores de copal o incensarios, que pueden tomar la forma de un
pequeño recipiente cubierto con un enorme tapadera repleta de
elementos diversos o, a la inversa, una pequeña tapadera o ausencia
de ella cubriendo un gran recipiente que adopta la forma de una gran
figura humana o animal.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario